jueves, 5 de febrero de 2009

Fax Privado

*Una nonagenaria demasiado remendada

La cirugía plástica es, al igual que el cine, la televisión, la bomba atómica, el automóvil y las toallas femeninas, emblema de siglo veinte.
La cirugía estética -como se dio en llamar a finales de siglo a las operaciones quirúrgicas sobre el rostro y otras partes del cuerpo, nos ha regalado productos maravillosos -o por lo menos asombrosos.
Cuerpos y rostros que fueron originalmente de barón, convertidos en beldades irresististibles que dominan los grandes escenarios de la farándula de medianoche.
Conocidos que se van de viaje de compras a Houston y regresan irreconocibles, con rostros de tambor, pero convencidos de que se ven quince años más jóvenes.
Damas que cruzando apenas la barrera de los cuarenta, se nos aparecen de repente con un palmito que envidiaría una veiteañera.
Milagros de la cirugía.
Pero qué puede esperar una pobre criatura que ha sido presa no de uno ni de dos, sino ¡de miles de cirujanos inexpertos y/ o salvajes!
Qué puede resultar de un organismo que ha sido, a lo largo de sus 92 años de vida, sometida a todas las transformaciones posibles que se le ocurrieron a innumerables hordas sucesivas de trogloditas que se hacían llamar a sí mismos senadores, diputados y presidentes de la república.
Todos ellos, durante estos 92 años, se han dedicado, infatigable y jolgoriosamente a someter a caprichosas transformaciones (reformas, les llaman) a esa señora que es ni más ni menos que la madre de todos los mexicanos: la señora Constitución.
Mientras unos la “reformaban” hasta hacerla irreconocible respecto al original que nos dieron los constituyentes del 17, sucesivas generaciones de maseosares patrióticos se dedicaron a violarla brutal e impunemente.
¿Qué tenemos que ver los mexicanos del siglo XXI, sobre todos los jóvenes, con la Constitución de 1917?
Veamos…

OBESA Y DEFORMADA

Mire usted, según el maestro Leo Zuckermann, “la revolución mexicana, promulgada el 5 de febrero de 1917, es una de las más viejas del mundo. De 231 constituciones sólo seis son más antiguas que la de México: las de Bélgica, Holanda, Noruega, San Marino, Suiza y Estados Unidos.”
Y más:
* La constitución original ha sufrido 447 reformas.

* El record de reformas constitucionales lo ostenta Ernesto Zedillo, que ordenó (sí: ordenó) reformar 77 artículos de la carta magna.
* De 136 artículos que contiene, 101 han sido modificados. Sólo 35 permanecen intocados.

* El texto original que nos entregaron los constituyentes de Querétaro contenía 22 mil 039 palabras. El actual texto suma 45 mil palabras.

Cómo se puede observar, a un constituyente del 17 le resultaría muy difícil reconocer en la actual la constitución que se redactó en Querétaro en ese año y que mereció el elogio del entonces presidente de la república, Venustiano Carranza, quien con su solemnidad característica, dijo que esa flamante constitución no sería “un sueño de imposible realización, sino algo que fácil entrará en los usos y costumbres nacionales”.
¡Qué equivocado estaba el llamado varón de Cuatro Ciénegas!
En sus 92 años de existencia, la ley suprema nunca se convirtió en un uso y menos en una costumbre para los mexicanos.
La costumbre de unos fue reformarla a su antojo, la de todos, violarla cuantas veces fuese posible.
Pobre señora.


LA LETRA ENVEGECIDA

Y en esas andamos. ¿Es la actual constitución política lo que este país, este México inmerso en la vorágine de inicios del siglo XXI necesita?
Es una pregunta que todos debiéramos hacernos, empezando por los políticos, los gobernantes, los partidos políticos, el gobierno de la república, la Suprema Corte de Justicia, el Congreso de la Unión.
Modestamente, creemos que el México de hoy nada tiene que ver con el de 1917.
Y las innumerables reformas que se le aplicaron a la constitución, no fueron para modernizarla, ni para adecuarla a la realidad, nacional, sino para hacerla más útil como instrumento para quienes la reformaban para mejor servirse de ella.
Ahí esta el ejemplo de lo que hizo Zedillo, que reformó a su gusto la constitución para mejor poder convertirse en el mayor vende patrias después de José Antonio de Santa Anna.
Ahí está el último ejemplo: los partidos políticos, la partidocracia, vaya, reformando la constitución para arrebatarle el IFE a los ciudadanos y convertirlo en un instrumento más de su dictadura antidemocrática.
Fuera del día feriado que consumismos el lunes pasado ¿qué podríamos celebrarle hoy a la nonagenaria y maltrecha constitución del 17?

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