lunes, 17 de mayo de 2010

FAX PRIVADO

*Es evidente que el estado mexicano enfrenta una nueva escalada de fuerza por parte del crimen organizado.

Del asesinato de candidatos electorales en Tamaulipas y Guerrero al presunto secuestro de Diego Fernández de Cevallos, la renuncia de candidatos amenazados y las masacres de jóvenes que celebraban el triunfo en el futbol de su equipo, los santos de Torreón, se ve claramente marcada la línea de un frente ampliado en la guerra que el crimen organizado le presenta al estado mexicano.

A la luz de estos acontecimientos valdría la pena que los irresponsables senadores, embaucados por Manlio Fabio Beltrones, revisarán en estúpido dictamen de la ley de seguridad Pública que se permitieron enviar para su aprobación a la cámara de diputados.

Afortunadamente la llamada también cámara baja decidió cancelar el estrafalario, esperpéntico y francamente insensato dictamen de Ley de Seguridad Pública.

Resulta elocuentemente patético que nuestros senadores no sepan distinguir entre los conceptos torales de Seguridad Nacional, Seguridad Interior, Seguridad Pública, Seguridad Exterior, etcétera.

Resultado de ese desconocimiento o de esa incapacidad imperdonable para distinguir y ponderar los ámbitos de aplicación de cada uno de estos conceptos, esenciales a la noción de estado, es el absurdo dictamen que perpetraron, en el colmo de la irresponsabilidad y la incuria, los senadores, que se han portado como ingenuos borreguitos pastoreados por la perversidad de Manlio Fabio Beltrones.

En esta etapa de la guerra contra el crimen organizado, el ejército y la armada, únicos cuerpos capaces de enfrentar el enorme reto, precisan de un marco jurídico que resuelva algunos vacios constitucionales derivados del hecho de que nunca –subrayar este NUNCA, se había tenido que enfrentar una situación como la actual.

Ante una realidad dada de guerra irregular contra el crimen organizado, el estado precisa dotar a sus cuerpos especializados de combate -el ejército y la armada- de la norma jurídica que ordene y blinde jurídicamente sus acciones.

Eso y no otra cosa pedían –piden, las fuerzas armadas.

Y en el colmo de la estulticia, nuestros senadores fueron absolutamente incapaces de comprender algo tan sencillo, tan elemental, tan directo.

Y en vez de dotar a las fuerzas armadas de ese marco constitucional para su acción, lo mejor que se les ocurre es ponerles una camisa de fuerza que, en los hechos, saca a la armada y al ejército de la guerra contra el crimen organizado.

Y eso equivale a una rendición de la plaza.

Por supuesto que los senadores no están al servicio del crimen organizado.

Pero con su dictamen de Ley de Seguridad Pública. Se ponen a su servicio, así sea por mera estupidez.

¡CUIDADO: POLITICOS EN MOVIMIENTO!
a ) Ayer a las cuatro de la tarde empezaban en el PRI yucateco a disfrutar la certidumbre de una indiscutible victoria electoral en la mayor parte del estado y, principalísimamente, en Mérida. A esas horas un diputado federal priísta de Tabasco, a quien le tocó hacer talacha en un distrito, me conectó telefónicamente con un dirigente del PRI en Yucatán. Este me confirmó que en sus encuestas de salida internas, traían, a esa hora, las cuatro de la tarde, 15 puntos de ventaja, lo cual, de confirmarse, se convertirá en lo previsto: la primera gran derrota del PAN en este determinante año electoral. La derrota blanquiazul en Yucatán, reforzará la ventaja del PRI en Quintana Roo…
b ) En política lo único que cuenta son los resultados. La bancada del PRI en la actual legislatura estatal tuvo como principal objetivo lograr la aprobación de una nueva ley de deuda pública estatal. Ese propósito se logró. De la única manera en que se alcanza toda reforma constitucional: con los votos suficientes del pleno cameral. José Carlos Ocaña Becerra necesitaba las dos terceras partes de los votos. Los obtuvo con holgura. O sea: su operación política fue impecable. Lo demás sería lo de menos, aunque no es así. Hay que ver que antes de este muy favorable cierre del periodo ordinario de sesiones, en el Congreso se pudieron procesar otras reformas importantes de manera sorprendentemente pulcra y expedita. O sea: José Carlos está demostrándole a propios y extraños, pero sobre todo a quienes le confiaron la responsabilidad de ser en operador en jefe del priísmo en el Congreso, que no se equivocaron.

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